A sombrerazos van a sacar, los hondureños, al socialismo de Zelaya, Castro y Moncada. Esta última recibió una paliza electoral y, ¡cómo no va uno a celebrar eso! A los socialistas hay que sacarlos electoralmente mientras se pueda, porque si no… se roban las elecciones, o cambian la constitución y luego los jóvenes tienen que poner los muertos para sacarlos a pedradas.

Imagine hizo lo que pudo para ilustrar estas meditacione sobre la derrota del socialismo en Honduras.
La cuestión ahora es: ¿qué va a sustituir a la izquierda en aquel país hermano? Antes de continuar, por si eres nuevo en Carpe Diem, anoto que en este espacio izquierda y derecha se analizan desde una perspectiva filosófica, más que política. En ese contexto, la izquierda es colectivista y niega los derechos individuales en favor de los intereses colectivos; en tanto que la derecha es individualista y entiende que los derechos individuales deben prevalecer sobre los intereses colectivos. En este contexto también se entiende que la realidad pura y dura es que todas las posiciones políticas que conozco son estatistas; unas más y otras un poco menos, pero todas son estatistas. Dicho lo anterior, voy a pintar con brocha gorda:
En la realidad hispanoamericana las ideologías son fluidas y pragmáticas, influenciadas por factores como el clientelismo, la corrupción y las alianzas internacionales. En Honduras, el bipartidismo tradicional —Partido Nacional y Partido Liberal— domina desde hace décadas, con la irrupción de fuerzas «anti-sistema» como el Partido Anticorrupción o Libre, de izquierda populista.
Con base en sus campañas y opiniones, Nasry Asfura, candidato del Partido Nacional, ocupa una posición en la derecha conservadora del espectro. Como exalcalde de Tegucigalpa y líder del PN —un partido de centro-derecha con raíces en el conservadurismo católico y el liberalismo económico—, Asfura representa el individualismo conservador en su promoción de políticas pro-mercado, inversión privada y seguridad pública fuerte, alineadas con el sueño americano y el anticomunismo. El respaldo explícito de Donald Trump y Javier Milei refuerza esta ubicación: defiende la propiedad privada, el libre comercio y alianzas con EE. UU., rechaza el colectivismo estatal de Libre, el partido de la presidenta Xiomara Castro y de la candidata Rixi Moncada.
Sus políticas económicas son pragmáticas en obras públicas y atracción de inversión extranjera, y priorizan el emprendimiento individual sobre la redistribución estatal. Sus políticas sociales hacen énfasis en el orden público y valores tradicionales, con críticas a la izquierda totalitaria que fomenta la corrupción y la inseguridad. En el espectro descrito arriba es posible ubicarlo en la derecha conservadora que evita el totalitarismo al promover elecciones multipartidistas y derechos individuales.
Salvador Nasralla, candidato del Partido Liberal, se ubica en el centro-derecha, con un perfil más ecléctico y populista que lo hace menos predecible que Asfura. Como ingeniero, periodista deportivo y presentador de TV, Nasralla se presenta como outsider. Apoya cierto liberalismo económico (mercados libres, inversión privada y creación de empleo); pero incorpora elementos como justicia social y políticas para la reducción de la pobreza. Su trayectoria incluye alianzas oportunistas: corrió en 2017 con una coalición de izquierda; pero renunció como vicepresidente de Xiomara Castro en 2024 por desacuerdos con la corrupción en el partido oficial Libre.
Sus políticas económicas apuntan hacia la transparencia y el desarrollo (integrar puertos y vías para el comercio), rechaza el estatismo izquierdista; pero aparentemente se inspira en modelos como el de Nayib Bukele en seguridad. Sus políticas sociales hacen énfasis en la lucha contra la corrupción, con promesas de accountability y participación ciudadana; critica tanto a la derecha tradicional como a la izquierda de siempre. En el espectro descrito arriba se ubica en el centro-derecha, ya que incluye temas de justicia social; pero prioriza el individualismo y rechaza el totalitarismo. No es de izquierda colectivista, pese a sus alianzas pasadas.
Ambos candidatos están en la mitad derecha del espectro: Asfura como pilar del individualismo conservador y Nasralla como centrista que incorpora populismo sin caer en el colectivismo. Es clarísimo el hartazgo hondureño con la izquierda de Xiomara Castro; pero existe el riesgo de que el ganador deba negociar con ella en el Congreso. No hay que engañarse: ambos candidatos son estatistas y ojalá el ganador no decepcione, porque su responsabilidad es enorme.
Estas meditaciones vinieron al caso porque hay que celebrar toda derrota del socialismo, pero también porque Emisoras Unidas me invitó a hablar sobre el tema el lunes pasado y, por un compromiso previo, no acepté. Claro, las ideas se ordenan mejor cuando se ponen en blanco y negro que al calor de una conversación en vivo. ¡Que gane el menos estatista… y que los hondureños recuperen la libertad que merecen!














